domingo, 15 de noviembre de 2015

El Carancho y el Fuego ( Relato Toba)



Parece que en los tiempos viejos, la gente no tenía fuego. Eso era una macana, porque entonces tenían que comer todo crudo y, claro, no toda la comida cruda es buena: el pescado no tenía gusto a nada, la carne no era jugosa, y otras cosas eran durísimas sin cocinar.

Para colmo, la gente estaba encerrada en una gran isla, rodeada de agua. Y esa agua estaba gobernada por un enorme Viborón malo que no dejaba que nadie entrara en la isla.

Como la estaban pasando tan mal, un jefe dijo que había que ir a buscar al Carancho, que era el único que podía ayudarlos. Así que salió de la isla y caminó y caminó hasta que lo encontró.

Escúchame, Carancho- le dijo-. Tenes que ayudar. La gente está encerrada en una isla (sólo yo puedo salir) y no tiene fuego.

-Bueno, mañana voy- le contestó el Carancho, que no era un tipo que negara ayuda, pero tampoco era un atropellado que hacía las cosas a lo loco, le gustaba tomarse su tiempo. [...]

Cuando llegó, el Agua le habló:

-¡Un momento!¿Adónde va?¡Por acá no se pasa!-le dijo de mal modo.

-Soy el Carancho y voy a pasar. Esa gente necesita fuego.

-Mi jefe, el Viborón, no deja pasar a nadie con fuego - contestó el Agua.

 -No tengo fuego -dijo el Carancho- y voy a pasar.

-Bueno, pero si le das fuego a la gente, te vamos a matar, mi jefe y yo -contestó el Agua, que se quedó tranquila porque veía que el Carancho no traía ninguna brasa ni rama encendida. Como en ese entonces no había fósforos ni encendedores, pensaba: "¿Cómo va a hacer el Carancho? No va a poder".

El Carancho pasó y se encontró con la gente: -¿Qué pasa? -preguntó.

 -Tenemos que comer todo crudo, no nos gusta, queremos fuego -le contestaron.

-Bueno, a ver, tráiganme dos palitos -dijo.

 Se los trajeron y se puso a trabajar. Colocó uno acostado en el suelo y le hizo un agujerito en el medio, después puso la punta del otro en ese huequito y lo hizo dar vueltas muy rápido con las manos, hasta que se calentó tanto que empezó a salir humito. Entonces agarró pasto seco y lo encendió y después trajo ramas y armó un gran fuego.

 La gente decía: -¡Ah! ¡Oh! -nunca habían visto un aparato de esos para hacer fuego, porque el Carancho lo acababa de inventar.

 -Ya pueden cocinar y ahora ya saben cómo hacer fuego -dijo él- Ahora tengo que arreglar un asunto. 

Metió la punta de una lanza en el fuego y cuando se calentó bien fue corriendo y la puso en el Agua mala que rodeaba la isla.

-¡Pfff! -hizo el agua y salió un montón de vapor. El Carancho volvió a calentar la lanza y la metió de nuevo en el agua. Salió más vapor.Tanto ¿f hizo esto que el Agua se evaporó toda, el Viborón se murió y la gente quedó libre.


Recopilado por Alfredo METRAUX 
y recreado por Miguel Ángel PALERMO, obra citada

Extraído de:
Mensajes del Gran Chaco 
Literatura oral indígena 
Mercedes Silva 

http://chacoindigena.net/Materiales_files/Mensajes%20del%20Gran%20Chaco.pdf

martes, 23 de junio de 2015

La educación que viene. Una lección de elemental supervivencia





Institucionalizar el proceso adaptativo de un ave, abriendo un llamado a inscripción, disponiendo de un escenario aular y confeccionando contenidos que describan y moderen los modelos de conducta que deba aprender a imitar un buen polluelo; sería una tarea irrisoria, porque todo el mundo sabe que este tipo de animales aprende naturalmente de una forma espontánea la que habrá de ser su conducta.


El hombre moderno, sumergido en su contexto cultural y suscripto a un programa civilizatorio en supuesto buen curso de desarrollo, no debería funcionar de una manera muy diferente, por el contrario debería resultarle más sencillo que al ave reproducir una conducta evolutiva mejor adaptada al medio natural que habite.

Sin embargo, la vía de conocimiento gregario de este buen animal que somos se encuentra intervenida por un sistema de creencias que dice ser el exclusivo portador de los modos de conducta a consagrar como dignos de ser imitados. Así, numerosas formas de interacción adaptadas y sinérgicas con el entorno natural, pueden ser modificadas en favor de otro modelo, cuya intervención alienta la forma de vida humana tenida por dominante sin que se sepa bien de que manera esa potestad ha de ayudar al bienestar de los niños intervenidos y sustraídos de la histórica relación que los une a nuestro entorno biológico.

Este proceso podría recibir muchos nombres ahora si permitiéramos que se lo observe desde distintos enfoques, de modo que para algunos pueda ser referido como evolución, salud o estado salvaje, según sirva de una manera u otra al texto desde el cual se lo aborde, pero cuando hablamos aquí de educación y aprendizaje, debemos convenir que hablamos de lo mismo: De la conciencia de la prosecución de nuestra mismísima tarea de hominización a la que tan brillantemente alude Edgard Morín, cuando aborda a la educación del niño desde un enfoque evolutivo.

Por otro lado, el conocimiento se ha estandarizado como saber en una formulación conformada que impartir a las masas infantiles sin siquiera ser previamente ensayada en la vida de sus propios padres. Es la premura del progreso, el formal llamado al desarrollo social, la inminente presencia del ideal transhumanista que todo lo subordina y lo trastoca a su arbitraria conveniencia en aras de un apurado y competitivo desarrollo social. La expresión intelectual de la conquista y sus sofisticadas formas de subordinación al coloniaje moderno.

Una educación que sirva al niño, probablemente sería inconcebible. Es aquí dónde y cómo es el niño el deberá servir a la sociedad como un verdadero cautivo intelectual incapaz de generar cultura o adaptarse desde sus propios criterios al medio social y ambiental que lo circunda por tanto incapaz de realizarse por sí mismo como ser pensante y creativo en cualquier medio dado.

Todos aceptamos de alguna forma o al menos durante algún período de nuestras vida la intervención de una educación impuesta cuyo modelo de hombre y mundo coincidan con alguno de los paradigmas de la civilización moderna. Pero quien más o quien menos, también todos lo hemos hecho en pos de una forma de vida previsible, colmada por los múltiples beneficios que ha de ofrecer para nosotros una vida estándar en la sociedad contemporánea.

Nadie sino, se tomaría la molestia de pasar en una monótona reclusión la mitad de su vida infantil sino fuera cierto que el sacrificio que conlleva no derivara en un beneficio corroborable, de forma fehaciente, contante y sonante, ya que si así no fuera, todo el sistema educativo se vendría abajo como un castillo de naipes.

Lo que vendrá ahora





En cierta forma ahora nos debemos avocar a una etapa refundante de nuestra educación, dada la inminente premura con la que hemos de trazar una orientación nueva a los contenidos que proponer como válidos. Esa etapa deberá ser ahora, tan pronto como volvamos sobre nuestros contenidos educativos para preguntarnos: Que mundo hemos de legar a nuestros niños y que beneficios nos traerá una educación compleja, en la medida que empleemos nuestro propio conocimiento y experiencia para evaluar el modelo de ciudadanía globalizada en actual curso de expansión.

Recrear entonces el apogeo del acerbo instintivo y la plena condición ancestral e histórica de realización humana; aunque más no fuera por un instante, ha de ser la herejía desde la cual ponernos a construir ahora nuestro modelo adaptativo; toda vez que las condiciones varíen e incorporemos paulatinamente las nuevas circunstancias creadas por el mismo proceso al que todo el mundo alude como "desarrollo". Si es que deseamos ver prosperar a nuestros niños de una manera armónica con el entorno social y ambiental que por naturaleza los rodeará cuando las metrópolis pierdan su brillo y haya que relocalizar la familia en un escenario más estable y permanente que aquellos que se basen en monedas y energías no provistas por nuestra Madre Naturaleza.

Por toda lógica, ésta etapa del aprendizaje no compete a los niños sino a sus rectores, a quienes corresponde el deber de definir con que habilidades y desde que prácticas reales el proceso educativo abonará una vida futura efectivamente más grata para nuestras generaciones futuras.

Es por esta razón que acuden a nosotros otros temarios e índices, otros cosmos con sus cosmogonías, donde la aventura de ser parte del mundo viviente excita la mente e inflama de vocación a los corazones juveniles, porque es únicamente la potestad de actuar con libertad lo que ha de guiar la presencia vital del hombre en su condición de habitante natural del planeta, y por ende condición fundante de todo modelo educativo pasible de respeto. Plantas medicinales, animales de caza, modalidades de pesca y el sin número de relaciones a las que llamar nuestra cultura serían entonces los primeros puntos de un temario al que llamar educación; mucho pero mucho antes incluso que el tratamiento temático que han de ocupar la técnica y la ciencia como contenidos de clase.

Debemos llamar ahora a un éxodo masivo y apenas hemos comenzado a reconocerlo como perentorio. La vida de nuestros clanes familiares ha de renacer y nuestros territorios han de reverdecer nuevamente por fuerza, antes de que nos pese. Y ello ocurrirá sólo cuando asumamos la tarea de readaptación e integración a la naturaleza que se nos impone ahora como indispensable. Lo contrarió será ver ahondarse aún más, el deterioro de nuestras comunidades y de este bello animal que alguna vez fuimos en el sórdido interior de las grandes metrópolis.

2050, la meta que viene.






En su última cumbre oficial (Cumbre de Elamau - Alemania 2015), el Grupo de los siete países más desarrollados del planeta - G 7; acordó en declaración conjunta estimar que para el año 2050 el planeta deberá abandonar el uso de energías de origen fósil. No sólo entiende la cumbre que prestará cumplimiento a dicha menta de una forma voluntaria y humanitaria, sino que se estima que tampoco llegarán las actuales reservas de energías de este tipo para cubrir el actual nivel de consumo planetario.

2050, también es una fecha de referencia para el Vaticano y las Naciones Unidas a la que con frecuencia se alude en temas relacionados a los alimentos, el nivel de población humana e incluso a las existencias de bosques y pesca.

Todo ello representa la imposibilidad de extender el actual nivel de vida de los países centrales a otras regiones e incluso el seguro impacto que modificará la estructura de todas nuestras metrópolis a escala planetaria.

Un regreso inmediato hacia el tablero de la planificación se impone, todo vez que el cuadro de realidad imponga una carestía significativa e inexorable de aquel recurso nada menos que precursor del desarrollo industrial y tecnológico actual a todo lo largo del orbe.

Un nuevo modelo educativo entonces se impone como necesario, ya que partiendo mañana mismo a formar un nuevo cartabón de humano educado, tendríamos solamente 35 años para reinstalarlo en su medio social a tiempo. Resulta indispensable entonces recrear una vida sin dispositivos fundados en energías de origen fósil y hacerlo de forma eficiente para dar a luz lo que seguramente será una sociedad distinta, sino que además deberá contemplar desde un punto de partida lógico cuales habrán de ser los fundamentos reales y las tareas, más allá de las ciencias formales que deberá aprender el hombre del mañana para proveer con dignidad a una familia humana, con una jornada de faena.

Un sólo litro de petróleo equivale a unas 35 horas hombre de trabajo duro y continuo. Si tuviéramos que reemplazar definitivamente a esta fuente de energía, por algo que realmente sostenga en movimiento al mundo actual, tendríamos que descartar que vuelva a tratarse de una fuente no renovable, sólo si es que deseamos no volver a pasar por lo mismo de forma recurrente. Y desde ya no contar con la matriz energética fósil para continuar produciendo nuevas fuentes de energía. Así se descartan casi todas las fuentes de energía mal llamadas limpias o alternativas. A ninguna le falta un insumo de la era industrial, salvo que se trate de un recurso no renovable.

Así queda el futuro de nuestro nuevo hombre direccionado hacia una sola meta prudente y estable. La reinserción en la naturaleza, única fuente de genuinos satisfactores y de recursos verdaderamente renovables. Pesquerías, rodeos, cultivares, ríos y bosques serán los sagrados escenarios de nuestro nuevo mundo y no aquellos que la ciencia ficción iluminara en los salones de Holliwood. Más convendría que se avocaran entonces a un género cinematográfico al que llamar "Naturaleza Ficción", donde todos podamos ver cómo se cobijará a nuestras generaciones futuras, que seguir siendo avasallados por el falso perfeccionamiento humano con que se ilustra además toda la comunicación social social que parte del poder concentrado en nuestras grandes metrópolis.

Debemos comenzar a labrar hoy mismo los torrentes de contenidos educativos que devuelvan vitalidad y multipliquen nuevamente las poblaciones biológicas que alguna vez fundaron nuestras culturas a lo largo de la historia. Las manadas migratorias, la sanidad del agua superficial, la integridad de la diversidad faunística y hasta sus fundamentos mismos en las pasturas y bosques nativos hasta reponer con holgada generosidad su capacidad de contenernos nuevamente con vida. Nuestra comunidad biológica como seres humanos, ha de tener que postularse a sí misma como ningún animal lo ha hecho antes. Y este desafío involucra primordialmente a la educación, la que en el futuro habrá de servir de síntesis de nuestro proceso adaptativo o sencillamente, será otra expresión más de nuestra decadencia.

Una educación real para nuestros futuros habitantes naturales






Las 20 cosas que un niño debe saber para mantenerse con vida por sí sólo.



1. Encontrar agua segura para beber

2. Construir un refugio, esconderse y trepar

3. Hacer fuego y cocinar

4. Nadar y vadear

5. Usar un cuchillo y coser

6. Primeros auxilios y abrigo

7. Defensa personal, seguridad y animales peligrosos

8. Orientación y señalización

9. Como evaluar el clima y planificar una jornada de marcha

10. Conceptos básicos sobre cultivo y conservación de semillas

11. Domesticación y cría de animales útiles

12. Equitación

13. Náutica

14. Nudos y empleo de Herramientas mecánicas

15. Como identificar alimentos naturales

16. Cómo pescar

17. Cómo cazar

18. Como pedir ayuda, planificar una tarea y tomar decisiones en grupo

19. Bitácora personal y colección de objetos

20. Cómo cuidar e instruir a los más pequeños


Fuente: http://aprendizajenatural.net/content/la-educaci%C3%B3n-que-viene-una-lecci%C3%B3n-de-elemental-supervivencia


Acerca de Aprendizaje Natural




"La primera tarea de la educación es agitar la vida,
pero dejarla libre para que se desarrolle"
Maria Montessori


No tenemos dudas acerca de que la educación formal es una herramienta inhibitoria de la conducta natural humana. Lo que restaría averiguar es:
¿Por qué?

Todos los seres vivos se caracterizan por tener una función típicamente adecuada al sistema biológico que habitan. Muchas de estas actividades son innatas como conducta de cada especie y no necesitan ser aprendidas por los nuevos miembros que se incorporan.

Los mamíferos superiores en particular poseen una conducta compleja que incluye la trasmisión de hábitos adaptativos aprendidos que deben ser trasmitidos a cada nuevo individuo que se incorpore a la comunidad.

Este ser humano que somos, puede hacer de su propia conducta un relato lógico al que sin duda muchos querrán llamar cultura. Pero, es realmente posible compilar dentro de un programa educativo las pautas de conducta que nos devuelvan ilesos al medio natural del que originariamente parten las comunidades culturales que nos dieran origen sin acaso alterarlos. Y de ser así: ¿Para qué hacerlo?

Será entonces que se trate de una conformación adaptativa a las restricciones que imponen las normas esperables de cumplir en otro medio más hóstil que el salvaje. Y de ser así acaso esta educación no debiera envilecernos como sujetos para así vernos mejor preparados a esas nuevas y más injuriantes condiciones de vida.

Ascaso si un sistema educativo dado nos estuviera preparando para ser más felices; no debería partir entonces de un modelo de conducta a imitar por lo grato y sencillo de su obrar, por lo abundante y gratuito de sus recursos y de lo generosa y solidaria conducta de su comunidad humana fundante.

Función biológica o programa civilizatorio

De aquí parten todos los elemento a discernir dentro de lo que podríamos denominar como el terreno de la educación moderna. Una comunidad que posee un soporte biológico apto e interactivo con su medio natural que reconoce gratificantes a múltiples actividades propias de su cotidianidad, pero que por algún motivo extraño decide excluir a los más jóvenes de la facultad de ver y aprender por si mismos cuales de esos elementos habrán de ser aprendidos directamente en su sitio y oportunidad concretos junto a sus mayores. Y que si en cambio asina y concede a otros la facultad de inducirlos a hacer otras cosas so pretexto de ser estás más relevantes que todas aquellas que nacen del sustrato cultural del que parten los sujetos educandos.

Aquí aparece el invento de la ciencia como anillo al dedo de la verticalidad aristocratisante típica de la conducta gregaria europea. Este es el fundamento lógico de la subordinación de la cultura a la ciencia y por ende del pueblo vulgar y bárbaro; a la élite iluminada y virtuosa que encabezan en tropel la religión, la oligarquía local y los mentores de la ciencia moderna en su intimidante conjunto.

De que nos sirve ahora saberlo

Este círculo de restricciones conocido ahora como educación formal, es comprensible entonces que inhiba y castigue a la exclusión a tanta gente con las infalibles excusas que todos hemos ya escuchado en alguna parte al descalificar a un individuo de nuestra misma especie y edad en algún sórdido establecimiento educativo. Pero la educación actual no sólo hace eso. Además conforma conductas a patrones de autoridad muy difíciles de erradicar luego y que serán abono de toda clase de explotaciones y arbitrariedades. Modos de subordinación que retomarán para tí en fábricas, cárceles y toda otra clase de escenario donde sea que se presente la inapelable voluntad del opresor y sus secuaces.

Educar para la libertad es otra cosa. Antes que nada debemos partir de la universalidad de lo humano como ser dotado de una conducta constitutiva, luego darlo de alta como actor de una cultura digna de ser vivida y defendida como relato y recién por último abordar cada particularidad del conocimiento universal que realmente aplique un interés cierto a su tiempo y lugar dados como ser histórico y miembro de un colectivo humano pujante y armónico del que valga la pena tomar parte.

La razón del opresor

La causa justificante proviene de la conquista y se ha mantenido indemne por generaciones. Es la sometida condición de habitante natural la razón de tanta pompa. Una preparación para el fracaso como sujeto emergente de una geografía tan particular y autónoma que de nada sirva para el usurpador colonial sea la forma que ahora tenga, dado que su interés será siempre el intrroducir como prioridad la necesidad productiva de su lugar de origen (oro, vacas, granos, peces, maderas y ahora hasta el agua dulce).

No le sirven tus sabrosas vizcachas y charatas, tiene que ser gallinas. No pueden ser tus bosques y montes las fuentes permanentes de todas las satisfgacciones a tus necesidades. Exige el progreso que depongas el medio natural en favor del cultivar y de la explotación agropecuaria que destruya la naturaleza y por ende a tu próspera cultura.

Es la continuidad del holocausto americano lo que reina hoy en la aulas de nuestra tierra argentina.

Plan B

Siendo modestamente realistas debemos interpretar entonces que un programa educativo enemigo de su población habrá de declinar hasta su remisión total, pero que por más que en la práctica ya se lo vea invalidado por la ausencia de empleo y la primitivización de las necesidades, tomará un tiempo en ser asumido como obsoleto.

Para nuestra tranquilidad los sustitutos ya han llegado y continuarán su propio camino hacia una educación más libre y eficiente sin que tome el cargo un despótico sistema como lo ha sido hasta ahora.

Sí en cambio ha comenzado una transición hacia una consultividad en el programa de desarrollo que ya se asume como de infranqueable radicación local y que es esperable que prospere conforme la población alcanzada vuelva a avocarse a sus tareas más normales.

La familia, la alimentación, la vivienda y las múltiples relaciones de interacción con el medio natural serán el fin en definitiva de las colectividades humanas mejor identificadas con "el buen vivir" y con los nuevos paradigmas hallados por el "índice de satisfacción humana" propio de las congregaciones mejor adaptadas y por ende, más felices.

Educar para la felicidad

"No hay un placer que no resuelva la satisfacción de un instinto primario" . Es así como la verdadera maestra hace su ingreso al aula de la mente humana. La Madre Naturaleza objeto de todas las vocaciones juveniles, rectora de la fauna y de la flora; dueña del clima y de todos los tiempos y espacios a los que algún día nos haga falta adaptarnos como cualquiera de sus hijos.

Ella provee especialistas de todas las ramas zoologicas disponibles y los ofrece como jugadores al equipo de todos los sagrados procesos naturales de interacción. Ella regula sus celos y su reproducción y de esta forma la educación tendera a verlo por si misma en el terreno que generosa y desinteresadamente ofrezca entonces a sus HABITANTES.

AA
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